Su obra más célebre son las Rimas y Leyendas.
Retrato del poeta realizado por su hermano Valeriano Bécquer en 1862.
En clase estamos trabajando para el 14 de febrero al poeta sevillano. Hemos seleccionados algunos de sus poemas y decoraremos los pasillos del cole con corazones rojos en los que cada niñ@ copiará el poema que mas le haya gustado.
Aquí os dejo una pequeñísima muestra.
RIMA XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?
Gustavo Adolfo Bécquer
RIMA XII Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las hourís del Profeta.
El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta,
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.
Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
Que parecen sus pupilas
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.
Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella,
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.
Es tu frente que corona,
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.
Que entre las rubias pestañas,
junto a las sienes semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.
verdes como el mar te quejas;
quizás, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.
RIMA XII Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las hourís del Profeta.
El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta,
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.
Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
Que parecen sus pupilas
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.
Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella,
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.
Es tu frente que corona,
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.
Que entre las rubias pestañas,
junto a las sienes semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.
*
Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizás, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.
Gustavo Adolfo Bécquer
Como en un libro abierto
ResponderEliminarleo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
Javier R
RIMA XVIII
ResponderEliminarFatigada del baile,
encendido el color , breve aliento
apoyada en mi brazo
del salón se detuvo en un extremo
Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno ,
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento .
Como en cuna de nácar
que empuja al mar y acaricia el céfiro,
tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos
¡ Oh , quién así - pensaba -
dejar pudiera deslizarse en el tiempo !
¡ Oh si las flores duermen ,
que dulcísimo sueño .
Nacho Pera
Asomaba en sus ojos una lágrima:
ResponderEliminarAsomaba en sus ojos una lágrima
Y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios espiro.
Yo voy por una camino; ella por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún. - ¿ Por qué calle aquel día?
y ella dirá. ¿Por qué no llore yo?
Eva leonicio Ruiz 6ºA.
POR UNA MIRADA UN MUNDO
ResponderEliminarPor una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡Yo no sé
qué diera por un beso!
Manuel O
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo en un libro abierto
EliminarComo en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
Juan Luis.
Hola soy lola y este es el poema que voy a escribir
ResponderEliminarASOMABA EN SUS OJOS UNA LÀGRIMA
Asomaba en sus ojos làgrima
y a mi labio una frase de perdòn;
hablò el orgullo y se enjugò su llanto,
y la frase en mis labios expirò.
Yo voy por un ;ella, por otro;
pero,al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aùn : -¿ por què callè aquel dìa?
y ella dirà :- ¿por què no llorè yo?
GUSTAVO ADOLFO BÈCQUER
RIMA XVIII
ResponderEliminarFatigada del baile,
encendido el color , breve aliento
apoyada en mi brazo
del salón se detuvo en un extremo
Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno ,
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento .
Como en cuna de nácar
que empuja al mar y acaricia el céfiro,
tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos
¡ Oh , quién así - pensaba -
dejar pudiera deslizarse en el tiempo !
¡ Oh si las flores duermen ,
que dulcísimo sueño .
Marta Gonzalez
No sé lo que he soñado
ResponderEliminaren la noche pasada.
Triste, muy triste debió ser el sueño,
pues despierto la angustia me duraba.
Noté al incorporarme
húmeda la almohada,
y por primera vez sentí al notarlo,
de un amargo placer henchirse el alma.
Triste cosa es el sueño
que llanto nos arranca,
mas tengo en mi tristeza una alegría...
¡Sé que aún me quedan lágrimas!
De lo poco de vida que me resta
ResponderEliminardiera con gusto los mejores años,
por saber lo que a otros
de mí has hablado.
Y esta vida mortal y de la eterna
loque me toque si me toca algo,
por saber lo que a solas
de mí has pensado.
Gustabo Adolfo Becquer
Soy Pepa. Espero que te guste el poema, aunque todavia no me he decidido. Adiós
RIMA LXI
ResponderEliminarMELODIA
(Es muy triste morir joven, y no contar
con una sola lágrima de mujer]
Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda, próximo a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
una oración, al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?
¿Quién en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo
quién se acordará?
Gustavo Adolfo Bécquer
Marta Aguilera Pérez
RIMA XLII
ResponderEliminarCuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma.
¡Y entonces comprendí por qué se llora,
y entonces comprendí por qué se mata!
Pasó la nube de dolor.... Con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...
Me hacía un gran favor... Le di las gracias.
autógrafo.
María de la torre saludos.
Hola soy Ramón, siento no haber escrito en el blog a tiempo la poesía, pero al fin y al
ResponderEliminarcabo lo he hecho:
DEL SALÓN EN EL ÁNGULO OSCURO
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa .
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
-Ay-pense-; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le digo:"¡Levántate y anda!"
AL BRILLAR UN RELÁMPAGO NACEMOS.
ResponderEliminarAl brillar un relámpago nacemos,
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!
La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
¡despertar es morir!
Hola seño soy Irina esque se me ha olvidado poner mi nombre.
EliminarDe tu amumna Irinz
EN LA IMPORTANTE NAVE
ResponderEliminarEn la importante nave
del templo bizantino,
vi la gótica tumba a la indecisa
luz que temblaba en los pintados vidrios.
Las manos sobre el pecho,
y en las manos un libro,
una mujer hermosa reposaba
sobre la urna, del cincel prodigio.
Del cuerpo abandonado,
al dulce peso hundido,
cual si de blanda pluma y raso fuera
se plegaba su lecho de granito.
De la sonrisa última
el resplandor divino
guardaba el rostro, como el cielo guarda
del sol que muere el rayo fugitivo.
Del cabezal de piedra
sentados en el filo,
don ángeles, el dedo sobre el labio,
imponían silencio en el recinto.
No parecía muerta;
de los arcos macizos
parecía dormir en la penumbra,
y que en sueños veía el paraíso.
Me acerqué de la nave
al ángulo sombrío
con el callado paso que llegamos
junto a la cuna donde duerme un niño.
La contemplé un momento,
y aquel resplandor tibio,
aquel lecho de piedra que ofrecía
próximo al muro otro lugar vacío,
en el alma avivaron
la sed de lo infinito,
el ansia de esa vida de la muerte
para la que un instante son los siglos...
*
Cansado del combate
en que luchando vivo,
alguna vez me acuerdo con envidia
de aquel rincón oscuro y escondido.
De aquella muda y pálida
mujer me acuerdo y digo:
—¡Oh, qué amor tan callado, el de la muerte!
¡Qué sueño el del sepulcro, tan tranquilo!
Manuel Carrillo María
ALGUNA VEZ LA ENCUENTRO POR EL MUNDO.
ResponderEliminarAlguna vez la encuentro por el mundo,
y pasa junto a mi;
- ¿ còmo puedo reir?
Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
màscara del dolor;
y entonces pienso:-Acaso ella se rie como me rio yo.
GUSTAVO ADOLFO BÈCQUER
RAQUEL ÁLVAREZ FERNÀNDEZ.
Gustavo Adolfo Bécquer
ResponderEliminarLlegó la noche y no encontré un asilo;
Y tuve sed... ¡mis lágrimas bebí!
¡ Y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos cerré para morir!
¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre.... El mundo estaba desierto ¡para mí!
María Rodríguez Reina
ASOMABA A TUS OJOS.
ResponderEliminarYo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno,
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas
Pero en vano es luchar, que no hay cifra
Capaz de encerrar; y apenas, oh, hermosa!
Sí, teniendo en mis manos las tuyas,
pudieran, al oído, cantártelo a solas.
Gustavo Adolfo Becquer
Ara Sánchez León 6°A
RIMA XX
EliminarSabe,si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar pueden con los ojos,
también puede besar con la mirada.
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
Martín Izquierdo Cuevas 6ºA
Rima LXXVII
ResponderEliminarDices que tienes corazón y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón ...;es una máquina,
Que al compás que se mueve,hace ruido.
Gustavo Adolfo Becquer.
De Elena Muñoz.
Rima XIX
ResponderEliminarCuando sobre el pecho inclinas
la melancólica frente,
una azucena tronchada
me pareces.
Porque al darte la pureza
de que es símbolo celeste,
como a ella te hizo Dios
de oro y nieve.
-Gustavo Adolfo Becquer
-Ian Gaymon Villalba
Los suspiros son aire y van al aire.
ResponderEliminarLas lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
Alejandro Gil Ramos
Carlos Romanco. 6ºC
ResponderEliminarPodrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse por un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón
pero jamás podrá en mí apagarse
la llama de tu amor
Gustavo Adolfo Becquer
TODO SUCEDERÁ
ResponderEliminarpodrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse por un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡TODO SUCEDERÁ! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás podrá en mi apagarse la llama de tu amor.
Por Andrés Fernández Salmerón
Los suspiros son aire
ResponderEliminary van al aire.
Las lágrimas son agua
y van al mar.
Dime , mujer, cuando
el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
Por Miguel Ortiz Oliver 6C.